Por: Héctor Carpio

Para iniciar debemos estar conscientes que Ted, ni es el amigo de todos los niños, como tampoco es del agrado de todos los adultos (¿afortunadamente?). Es extremadamente irreverente, mal hablado, drogadicto, misógino, homófobo, pornográfico, y malditamente  grosero, en fin, es un estuche de monerías y clichés en contra de lo políticamente correcto. Con todo, la propuesta de Seth MacFarlane, director de la película, resulta mejor y más  lograda que la primera, esta película no adolece del error de la anterior: soltar todos los chistes en los primeros 40 minutos.

Este tipo de películas van dirigidas a esa nueva clase de espectador que logra la simbiosis Tv-Cine-Cultura Pop , porque la película esta llena de referencias a la cultura pop, musicales, televisivas, etcétera, y si podemos agregar un calificativo, debe ser el de “ingeniosa”. De todas maneras, ni los niños ni los adultos de ahora son como los de antes. Hoy en día, gracias a la riqueza de contenidos a los que tenemos acceso, se requiere de productos que nos reten, que nos desafíen a pensar, sin dejar de ser divertidos, y eso lo logra McFarlane con creces,  y él se esfuerza en ser divertido y ahí, bajo las risas y las burlas al “american way of life”, nos deja la teoría que otros, como Isaac Asimov en Yo Robot,  ya habían planteado antes: la conciencia del yo, del existir, del pertenecer para ser; tal premisa es expuesta de manera escatológica, ácida, con el humor característico del director y que ya nos ha mostrado en sus 3 exitosas series de televisión (Family Guy, Cleveland Show, American Dad), cualquiera de las 3 más transgresora y divertida que la tan sobrevaluada The Simpsons.

El inicio de la película merece, sin duda, mención aparte. Es uno de los puntos más altos, un gran homenaje a las viejas películas musicales de la RKO, los asiduos televidentes de sus series sabemos que hay 3 constantes en los trabajos de McFarlane: musicales, marihuana, penes; y en esta entregan están presentes en algunas ocasiones llevándonos a la risa hilarante, en otras casi provocándonos el vómito, pero así de crudo es su trabajo, y me alegro que no dé concesiones en eso, que no claudique en sus convicciones para ganar la gracia de los espectadores o críticos y, aun así, esta entrega es más mesurada y centrada que su predecesora.

En esta ocasión los actores de “soporte” para Ted no luchan con él por el protagonismo, porque de hecho es Ted el que cuida esta vez a Johnn (Mark Walbergh), lo que habla de la irresponsabilidad que impera en los adultos de hoy, de su resistencia a dejar de ser niños y asumir responsabilidades. La participación de Samantha (Amanda Seyfried) es precisa y complementa a este par de desadaptados que no terminan por madurar, por otra parte Seyfried nos sorprende cantando una canción, oda a la marihuana y su consumo, ¡por qué no!.

Otro de los puntos a favor de la cinta son los cameos o pequeñas participaciones en las cuales vamos a encontrar, desde Morgan Freeman, hasta Liam Nesson parodiando su personaje de hombre duro y patea traseros, hilarante su escena como paranoico con el pretexto de una caja de cereal.
En sí, en Ted 2 hay grandes dosis de humor negro en torno a la frivolidad del mundo en que vivimos, el derecho a ser diferentes, los derechos humanos (y los ositos de peluche) y un homenaje a los musicales. Pero qué sería de un trabajo de MacFarlane sin un mensaje velado entre el discurso y trama inicial, que en esta ocasión estriba en tratar de “legalizar al osito” como símil para legalizar la mariguana, en sintonía con los debates que acontecen en Estados Unidos y  otros países sobre el particular.

En suma, recomiendo que vaya y se divierta con “Ted 2” porque, insisto, si la primera parte no fue de su agrado, la segunda parte los puede sorprender gratamente o provocar un odio total.

Vayamos al cine a divertirnos, antes de que el cine de superhéores implosione y termine por llevarse entre los cascos a esta clase de películas.
TED 2, una buena opción para asistir al cine y salir con un sonrisa de la sala.