Poltergeist: Juegos diabólicos regresa a la pantalla, y temo decir que lejos quedó aquella cinta que fue estrenada en los años 80`s en donde un joven productor llamado Steven Spielberg nos mostraba la era de los entes, de los espíritus y lo hacía de un manera extraordinaria, original, intensa y con un grado de suspenso que, cuidadito y alguien se moviera de lugar antes de que acabara la película.
Treinta años después, cuando parecen estar de moda los remakes, vuelve este film bajo la dirección de Gil Kenan y, de verdad, a pesar de que hubo una campaña de publicidad a su alrededor, donde nos daban a cuenta gotas el primer teaser, y luego el segundo avance y tomando las mejores escenas de un producto que les urgía vender, podemos llegar a una conclusión: es un producto totalmente fallido, mal dirigido, mal actuado y sin más, no hubiera pasado nada si se hubiera ido directamente a un sistema de cable.
Es lo malo de querer superar una primera producción en donde los estándares son demasiados altos, la producción de Spielberg supera por mucho a las versión de Sam Raimi, y ya es decir mucho si tomamos en cuenta que en la actualidad se cuenta con más recurso de animación, de efectos, de producción y sin embargo se queda en el intento.
Siempre los recursos en una película de terror van acompañados de acercamientos de cámaras, planos secuencias, poca iluminación en escenas, y aún así Juegos Diabólicos jamás logra despegar; un guion repetitivo, escenas por demás predecibles, actuaciones acartonadas y, a pesar de que toman parte del guión original, añaden historias y nuevos personajes que más que aportar a línea dramática del film baja en interés y contenido.
La historia de Poltergeist: Juegos diabólicos, es buena, la manera en que cuentan la historia de la familia que llega a un nuevo hogar que está cimentado sobre un antiguo cementerio y las almas en pena son sólo vistas por los niños, fue un acierto en su momento. Insisto, el guión original fue bueno, pero este film deja mucho que desear. |